Malvado déficit público.

. martes, 23 de agosto de 2011
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La red se ha llenado de protestas ante la propuesta (o, más bien, el anuncio) de una reforma en la constitución que limite el déficit público. Desde aquí, vamos a intentar exponer una postura más neutra, que puede no ser la adecuada, pero que desde luego lo intenta, para desenmascarar las entrañas de lo que sería, a grandes rasgos, un hito sin sentido.

Para los más perdidos: Hablar de déficit es hablar de que el Estado es incapaz de pagar sus gastos con sus ingresos, y debe recurrir a crédito (deuda pública)*, postergando el pago a cambio de un interés. Es decir: Ante la existencia de déficit, el Estado se endeuda. ¿Significa eso que el déficit es algo malo? No, desde luego que no. Es algo... un poco más complicado.


- En primer lugar, endeudarse es algo habitual entre las empresas más exitosas del mundo: No como saldo de una mala gestión, ni promovido por una influencia externa, sino... ¡como inversión! Y es que endeudarse puede ser rentable. Si por ejemplo una empresa pide un crédito de 1000€ que invierte en conseguir que sus beneficios crecan 2000€, le quedará un margen de ¡1000€! para pagar intereses e invitar a cenar a cuantos criticasen las "pérdidas" del momento de endeudarse.

Lo que pasa con los países no es algo muy diferente: Determinados gastos dan más dinero a los ciudadanos del que les cuestan. ¿Qué es más lógico, esperar a ahorrar para realizarlos, o pagarlos mediante deuda pública? La respuesta es más que evidente.


- En segundo lugar, sin necesidad de inversión alguna, una economía sana tiende a crecer año tras año a, aproximadamente, un 3% (incluso en estos momentos, parece que España lo está haciendo al 0'8%). Si yo voy a ser más rico al año siguiente, si voy a disponer de más recursos: ¿No tiene todo el sentido del mundo adelantar parte de esa riqueza al presente?

Es un tema más controvertido (que ya tratamos al hablar de Grecia), porque incluye varias dinámicas negativas, pero en absoluto es necesariamente una mala idea. Llamémoslo opción.


-Por último, el déficit es obligatorio ante determinadas circunstancias excepcionales. Si, estando un país en equilibrio presupuestario, en dos semanas su paro aumenta en un 10%, necesariamente incurrirá en déficit para remunerar el desempleo. ¿Cuál es la alternativa? ¿Dejar inmóvil una cantidad de dinero para cuando "algo pase", desempleando los recursos nacionales? ¿Hacer un recorte inmediato? Claro que no, lo lógico es estudiar la evolución de tal desempleo en la medida de lo posible, y efectuar los ajustes indispensables con tiempo, aunque ello suponga un coste.



Sin embargo, nada quita que sea un arma de doble filo, y Grecia es el ejemplo más claro. Las facturas hay que pagarlas. Y el déficit, con una gestión inadecuada, puede arruinar un país. En el momento en el que debo un dinero que voy a ser incapaz de pagar, estoy en quiebra.


Mi sorpresa es, sin embargo, el movimiento que se ha despertado en las redes sociales ante lo que consideran se trata de una reforma neoliberal: Hasta donde yo sé, todos los estados deben pagar sus deudas, se rijan por el sistema económico que sea. Y un impago conlleva la imposición automática del presupuesto equilibrado, porque nadie presta su dinero a un país que no se lo va a devolver.
Los ajustes siempre son necesarios: Lo que esta reforma hace es impedir realizarlos con el tiempo que sería conveniente, según mi opinión, para impedir que un déficit mal llevado nos conduzca a la catástrofe.

En lo que nadie parece estar reparando es en el efecto que la medida tendrá sobre la prima de riesgo del país, una de las principales amenazas de la economía occidental al completo. Si no hay opción de déficit, no hay opción de impago. Si baja la prima de riesgo, el déficit limitado que permita la constitución debería salir sustancialmente más barato. Lo que no está mal, tampoco.


¿Si me preguntan? Diré que la medida es incoherente, con el único resultado positivo de dar credibilidad a un gobierno que no debería haberla perdido, y con la limitación consecuente sobre las opciones que, como sociedad, tenemos a la hora de modelar nuestro estado. ¿Neoliberalismo? No, claro que no. Mala gestión. Tan sólo estamos hablando de la consecuencia de una renqueante y lastimosa... mala gestión. Y desvirtuar el debate llevándolo por otros derroteros, los derroteros de siempre para ser más exactos, es confundir el concepto, dar pie a la imposición y estar, a grandes rasgos, equivocado.

*Es cierto que hay más opciones. El déficit, sin embargo, constituye la herramienta más dinámica, accesible, efectiva y directa. En la mayor parte de los casos, es inevitable, ¡por algo pagamos altas primas de riesgo!

1 comentarios:

David Uclés dijo...

Una salvedad. Sin déficit no hay deuda, salvo que ya la hubiera, como es el caso de casi todos los países del mundo, hasta el punto que las emisiones de deuda se han convertido en una herramienta de política monetaria.
Por otro lado, la prima de riesgo no se va a ver mejorada. Por mucho que yo diga que soy buen pagador, si los acreedores no se fían de mi, no me prestarán, o lo harán más caro.
Esta es una reforma inútil, y peligrosa desde el momento que limita las opciones de un país con respecto a la forma de conducir su política. Si España no hubiera incurrido en déficit en los 80, hoy posiblemente no tendríamos la red de carreteras de la que disfrutamos hoy y que han abaratado el transporte de la mayor parte de los bienes. Con esta cláusula, aquello hubiera sido imposible (o ilegal)